Son las cinco de la mañana. Con Elian hacemos fila esperando que abran las oficinas de inmigraciones. Por la radio dijeron los papeles que debíamos presentar para iniciar los trámites de visado. Los juntamos a todos, los metimos en dos sobres y nos vinimos a hacer fila. A esta hora en otros países se duerme o se celebra.
Elian dormita apoyado contra una pared, no es el único, la fila permanece en silencio hasta que un hombre viejo me distrae con su conversación, le habla a un perro que intenta dormir sobre el empedrado caliente. Está sentado unos lugares después que nosotros, las primeras luces le abrillantan la calva; dice que ahí estamos haciendo fila pa´ ir a perder la dignidad. Pero que no hay de otra. Que aquí hace rato que no se come pero se sigue perdiendo los dientes.
Lo escucho y la fila comienza a avanzar.